25 septiembre, 2006

Los muertos de la grúa

Como prometí ayer, hoy escribo nada más para dejar una historia que ocurrió hará unos 3 años. Os pongo en situación. Tengo familia desperdigada practicamente por todo el universo, pero en una ciudad cercana tengo una prima con la que mantengo una gran relacion. En el verano de hace unos 3 años fui a visitar a mis familiares de esa ciudad. Por motivos que realmente no recuerdo, Lois no pudo venir. En fin, llegué el viernes por la tarde, y mi prima me comentó que esa noche íbamos a salir, nombrando esa gran frase: "He quedado con unas amigas" (Dios, que me gusta). Cuando llegamos al sitio de reunión, había varias chicas, de todo tipo. En esa situación, mi táctica es la paciencia. No puedes ir directamente a por una, porque si fallas, ninguna querrá ser segundo plato. Tienes que dejar que ellas actúen. Si te lo montas bien, eres simpático y te lo sabes currar, te estarás convirtiendo en un trofeo. En este caso, eran compañeras de trabajo, y la que gane, tendrá el honor de contar todos los cotilleos el lunes. Así que deja que ellas den los pasos.
En este caso, sólo hubo que esperar un par de copas. Una de las chicas (que llamaremos Lucía, porque ya no recuerdo su nombre), me empezó a contar un rollo insoportable. No estaba mal, rubia, no muy alta, y buenas curvas. La historia iba sobre que había tenido una relación con un chico de mi ciudad. Pero me empecé a dar cuenta de que no se me separaba. La rubia tenía todas las papeletas para llevarse el premio esa noche. Invité a una ronda de chupitos, y aquello fue ya la puntilla.
Nos fuimos a una discoteca de la ciudad. Yo ya estaba con una "embolia láctea", puesto que Lucía llevaba un vestido ajustado que me estaba poniendo malo. No tardé en atacar. Era presa fácil. Efectivamente, cayó en mis redes. Nos pegamos unos sobeos, pero al poco tiempo me dijo que se tenía que ir. Joder, una putada, ya que fui poco previsor y no llevaba mi coche, si no que íbamos en el de mi prima.
La chica estaba muy entregada y me dijo de quedar para el sábado. Perfecto. No volvería a repetir el mismo error. El sábado fue un día muy largo, pensando nada más que en Lucía. Me tenía malo. Mi prima había quedado con otra gente el sábado, pero Lucía le confirmó que volvería a ir a la misma discoteca del día anterior. Así que salimos en los dos coches. En el primer sitio donde quedamos, decidimos dejar uno de los dos coches. Lógicamente dejé el mío, así que lo dejé aparcado, en doble fila, esperando que alguien nos acercara a Lucía y a mí más tarde. Sobre las 2 y media llegamos a la discoteca. Al poco apareció ella. Joder, qué ropita se había puesto. Falda y top, cosas ligeras que se quitan rápido. Al poco rato ya estábamos otra vez liados. Cuando me dijo que le quedaba poco para irse, le comenté que me había traído esa noche el coche. Ella me dijo que no sabía, que le daba corte... Vamos, que sí, que me quería "trincar". En ese momento mi prima todavía no se iba, y no quería cortarle el rollo, así que decidí coger un taxi en la puerta de aquel local que nos llevara a mi coche. Yo me había apuntado el nombre de la calle en el móvil (y hasta me había informado de cómo llegar a algún descampado cercano donde llevar el coche). Cogimos el taxi, y yo estaba ya que no me aguantaba. Nos bajamos del taxi, pero empecé a darme cuenta de que algo no iba bien: no veía mi coche. Cuando llegué al lugar donde lo dejé, estaba vacío, salvo por un pequeño detalle: una pegatina amarilla en el suelo. No hace falta que os diga que significa; al parecer, me había dejado el freno de mano echado. Quería morirme, o no, mejor, que la tierra me tragara directamente. Por Dios, qué mal lo pasé. De los peores momentos de mi vida. Lucía no quería reirse, pero había momentos en los que no podía aguantarse. Yo estaba entre incrédulo, mosqueado y avergonzado. Pero ya no había solución.
No tuve otra opción que coger otro taxi para llevar a Lucía a su casa, puesto que ya había pocas ganas y menos tiempo. Qué desastre. La chica no hacía más que decirme que me tranquilizara, que no pasaba nada... claro, ese era el problema, que en ese momento ya no pasaría nada, no te jode...
Tras dejarla en su casa, me monté de nuevo en un taxi, y le dije al taxista que me llevara al depósito municipal. Antes, me paré en un cajero, puesto que sacar el coche me costó 60 euros. De allí, a casa de mis tíos. mi prima ya había llegado. Cuando se lo conté a la mañana siguiente no se lo creía, y se estuvo riendo 2 ó 3 horas. Pero efectivamente, eso había pasado.
A Lucía no la he vuelto a ver. Tampoco puse mucho interés. Me daría vergüenza.
En esos momentos es cuando uno se da cuenta de que en la vida es muy importante el factor suerte. La buena o mala suerte son las que deciden tu futuro. Pero lo que está claro es que la suerte hay que buscarla. Y no hay que rendirse ante las adversidades. No siempre va a pasar eso...
Por cierto, también me di cuenta de lo caro que puede llegar a salir un polvo. Si a los 60 euros de la multa, le sumáis los taxis que cogí, y las copas a las que le invité, la cantidad da miedo. Coño, me tenía que haber ido de putas: me hubiese salido más barato y hubiese dormido un par de horas más.

Pues nada, a lo largo de estos días os iré contando los planes para el fin de semana, que parece va a ser bueno. A pasarlo bien